
Movimiento literario modernismo caracteristicas
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Modernismo en Inglaterra
La literatura modernista fue un género de ficción predominantemente inglés, popular desde aproximadamente la década de 1910 hasta la de 1960. La literatura modernista surgió debido a la creciente industrialización y globalización. Las nuevas tecnologías y los terribles sucesos de las dos guerras mundiales (pero sobre todo de la Primera Guerra Mundial) hicieron que mucha gente se cuestionara el futuro de la humanidad: ¿Qué iba a ser del mundo?
Los escritores reaccionaron a esta pregunta volviéndose hacia los sentimientos modernistas. Atrás quedaba el periodo romántico que se centraba en la naturaleza y el ser. La ficción modernista hablaba del yo interior y de la conciencia. En lugar del progreso, el escritor modernista veía el declive de la civilización. En lugar de nuevas tecnologías, el escritor modernista veía una maquinaria fría y un aumento del capitalismo, que alienaba al individuo y conducía a la soledad. (Suena a los mismos argumentos que se oyen sobre la era de Internet, ¿no?)
Para lograr las emociones descritas anteriormente, la mayor parte de la ficción modernista se narra en primera persona. Mientras que antes la mayor parte de la literatura tenía un principio, un medio y un final claros (o introducción, conflicto y resolución), la historia modernista solía ser más bien una corriente de conciencia. La ironía, la sátira y las comparaciones se empleaban a menudo para señalar los males de la sociedad. Para el lector del Modernismo, todo esto puede dar la sensación de que la historia no va a ninguna parte.
Análisis de la literatura del modernismo
El modernismo literario, o literatura modernista, se originó a finales del siglo XIX y principios del XX, principalmente en Europa y Norteamérica, y se caracteriza por una ruptura autoconsciente con los modos tradicionales de escribir, tanto en poesía como en prosa de ficción. El modernismo experimentó con la forma y la expresión literaria, tal y como ejemplifica la máxima de Ezra Pound: “Hazlo nuevo”[1] Este movimiento literario estaba impulsado por un deseo consciente de anular los modos tradicionales de representación y expresar las nuevas sensibilidades de su tiempo[2] Los horrores de la Primera Guerra Mundial hicieron que se reevaluaran los supuestos predominantes sobre la sociedad[3] y gran parte de los escritos modernistas se relacionan con los avances tecnológicos y los cambios sociales de la modernidad que se adentran en el siglo XX.
En la década de 1880, se prestó mayor atención a la idea de que era necesario dejar de lado por completo las normas anteriores, en lugar de limitarse a revisar los conocimientos del pasado a la luz de las técnicas contemporáneas. Las teorías de Sigmund Freud (1856-1939) y Ernst Mach (1838-1916) influyeron en la literatura modernista temprana. Ernst Mach sostenía que la mente tenía una estructura fundamental y que la experiencia subjetiva se basaba en la interacción de partes de la mente en La ciencia de la mecánica (1883). La primera obra importante de Freud fue Estudios sobre la histeria (con Josef Breuer) (1895). Según Freud, toda la realidad subjetiva se basaba en el juego de las pulsiones e instintos básicos, a través de los cuales se percibía el mundo exterior. Como filósofo de la ciencia, Ernst Mach ejerció una gran influencia en el positivismo lógico y, a través de su crítica a Isaac Newton, fue un precursor de la teoría de la relatividad de Albert Einstein.
Literatura de la época moderna
Como se mencionó en el módulo anterior, la atención al contexto . en el que se creó y distribuyó una obra literaria es una capa crítica que hay que incluir en el propio análisis. Más allá de los acontecimientos históricos o culturales específicos relevantes para una obra literaria determinada, apreciar el auge y la caída de la prominencia de determinados movimientos literarios puede informar las interpretaciones de lo que leemos. Hay cuatro movimientos literarios principales aplicables al estudio de la ficción corta moderna: El Romanticismo, el Realismo, el Naturalismo y el Modernismo.
El realismo fue un movimiento artístico e intelectual de finales del siglo XIX que hizo hincapié en la representación fiel de la realidad o verosimilitud. El realismo fue una reacción a lo que se consideraba las exageraciones o los vuelos de fantasía del romanticismo. Los realistas trataron de desarrollar un estilo artístico que valorara la representación fiel de la experiencia cotidiana, lo que Henry James describió como “el drama de una taza de té rota”. El desarrollo del realismo coincidió con el auge de los movimientos de reforma social y muchos escritores y artistas realistas optaron por centrarse en cuestiones sociales, como la pobreza y la difícil situación de la clase trabajadora, tanto en las ciudades como en el campo. Se considera que el apogeo de la escritura realista en la literatura estadounidense se produjo desde la época de la Guerra Civil estadounidense (hacia 1865) hasta el cambio de siglo (hacia 1900). El realismo como movimiento literario se extendió por todo el país. Esta oleada también fomentó el interés por el regionalismo, el retrato realista de zonas y lugares específicos, casi como una forma ficticia de literatura de viajes. Cabe señalar que el realismo literario fue igualmente popular en Europa, como en la obra de Charles Dickens o George Eliot en Inglaterra, Honoré de Balzac y Gustave Flaubert en Francia, y Fiódor Dostoyevski y León Tolstoi en Rusia.
Arte del modernismo
La máxima de Ezra Pound “Hazlo nuevo” (“Canto LIII”) se cita a menudo como un resumen sucinto del modernismo. Lo más inspirador del modernismo, en mi opinión, es su determinación de cuestionar los supuestos básicos de nuestras vidas, y la relación del arte con ellos. Todo está en juego, desde cómo pensamos hasta el tipo de mundo en el que debemos vivir, desde el impacto de las nuevas tecnologías hasta el papel que debe desempeñar el artista en la vida contemporánea. La lectura de este tipo de literatura es estimulante y desafiante y, a veces, difícil. Pero, ¿cómo podría ser fácil un cuestionamiento tan profundo?
Esto no quiere decir que la literatura modernista sea inaccesible, como puede sugerir su reputación. No existe un lector ideal de La tierra baldía o del Ulises, que entienda todas las alusiones de T.S. Eliot o de James Joyce, y nunca existió tal lector ideal. Si lo pensamos, leemos toda la literatura, entendemos todo el lenguaje, sólo parcialmente: se nos escapan las referencias, no entendemos las ironías de cada conversación. La literatura modernista suele poner en primer plano las limitaciones del lenguaje como forma de comunicación: muchos de sus protagonistas se preguntan cuál es la mejor manera de expresarse: pensemos en el Prufrock de Eliot en “La canción de amor de J. Alfred Prufrock”, en el Stephen de Joyce en “Retrato del artista como joven”, en la Miriam de Dorothy Richardson en “Peregrinación” o en el Bernard de Virginia Woolf en “Las olas”. Al examinar este problema, los escritores modernistas no sólo reflexionan sobre su propia lucha para producir una obra de arte convincente, sino que examinan la eficacia del lenguaje como mediador de nuestras experiencias sociales y políticas.
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